En nuestra opinión, el rally es la disciplina automovilística más completa que existe hoy en día. Espectacularidad y riesgo conviven con el asfalto, la tierra, el hielo o la nieve. Acompañados por la lluvia, el frío o calor más extremos, y bajo la luz del sol o la de la luna, muchas de estas condiciones se pueden dar casi simultáneamente en muy pocos km de distancia. Pero la particularidad que la hace tan especial frente a la mayoría de las disciplinas automovilísticas es que en ese espacio tan reducido que es el coche de carreras conviven dos personas. La responsabilidad del éxito o del fracaso se reparte casi a partes iguales. Si alguna expresión podría definir dicha relación entre los dos es la palabra “confianza”.
En la mayoría de los casos la figura del piloto eclipsa por completo la labor del copiloto (o navegante). Tiene su lógica porque el responsable directo de ir rápido o lento, o de manejar el vehículo de manera más o menos habilidosa o espectacular es el piloto. Pero sin embargo la figura del copiloto es imprescindible.

De cara al aficionado, muchas veces el desconocimiento de las funciones del copiloto hace que pierda interés y protagonismo su figura. Es por esto que a través de los contenidos de esta web vamos a intentar desmenuzar las labores del copiloto y transmitir sus emociones para acercarlo al público general, e intentar explicar el porqué hay mucha gente que si le dan a elegir asiento… elige el de la derecha del conductor.

En primer lugar no hay que engañarse. En los rallyes se pasan muchos momentos malos. No siempre salen las cosas como uno quiere, las averías, los accidentes, los abandonos, la tensión, la frustración, el estrés… todos ellos se dan con bastante frecuencia en este mundillo. Todo el esfuerzo no siempre es recompensado. Pero las experiencias que se viven pueden compensar con creces todos estos malos tragos.

Para un copiloto no hay nada más gratificante (ni más estresante) que ser consciente de que eres los ojos del piloto, y que el piloto tiene fe ciega en ti, en sus notas, y sigue tus indicaciones “al pie de la letra” a una velocidad de vértigo. Saberte partícipe de las actuaciones de tu compañero te hace sentir protagonista de la competición.

Los tramos de baja visibilidad ponen a prueba la confianza que tiene uno en el otro. La noche y la niebla son los mejores medidores de nivel de dicha confianza.

Velocidad, riesgo, adrenalina, tensión son rasgos comunes a muchos deportes. Pero los rallyes los contiene todos y en dosis muy elevadas. Todas estas sensaciones tienen un atractivo difícil de explicar y el copiloto disfruta al máximo de cada una de ellas desde su asiento.

Un disfrute para los sentidos. La vista transmite unas escenas difíciles de entender por alguien que no lo ha vivido nunca en primera persona. El rugir de los motores y el olor a gasolina y goma quemada terminan siendo agradables al oído y al olfato.

Vídeos como el que mostramos a continuación sirven de reconocimiento a la labor del copiloto. Tan importante como a veces poco reconocida.

Finalmente hemos encontrado el vídeo que mejor muestra lo que queremos transmitir en nuestro artículo. Viendo estas imágenes sobran las palabras. Esperamos que os ayude a reafirmaros en vuestros gustos seáis copilotos, pilotos o aficionados. Si alguien os pregunta por qué os gustan los rallyes y no sabéis expresarlo con palabras podéis mostrarle este vídeo. Enhorabuena al autor del mismo y gracias por compartirlo. Los hay con más calidad de imagen… pero no sé si con más calidad de contenido.

Y la cuenta atrás es el preludio de la tormenta de sensaciones que se van a vivir en el tramo cronometrado. Un momento para intentar serenarse… respirar hondo… y…

5… 4… 3… 2… 1… VA!!

Si todo lo que te hemos contado en estas líneas te transmite algún tipo de emoción. No lo dudes. ¿Por qué no COPILOTO?

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